Pervertidores del Evangelio
 

PERVERTIDOS PERVERTIDORES DEL EVANGELIO
 
Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.
 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren PERVERTIR el Evangelio de Cristo.
 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”
(Gálatas 1 : 6)
 
Amada Iglesia:
Solo ahora lo entiendo. Que no fue casualidad, pues en la vida cristiana, cuando andamos en el Espíritu, no hay casualidades. Fue de Dios, para mostrarme y mostrarles, como los pervertidos pervierten el Evangelio.
(Pervertir = Envilecer, corromper, falsificar, profanar)
Sucedió hace unos días, cuando tuve un fugaz encuentro con un hermano que necesitaba hablar conmigo y le prometí encontrarme con él en su iglesia, durante el culto dominical.
Esa iglesia se congrega en el salón de eventos de un hotel, a media cuadra de una grande universidad y relativamente cerca de mi casa.
En la entrada de puertas de vidrio del hotel, estaba un portero que me preguntó adónde iba y ante mi respuesta, se identificó como ujier de la iglesia, dándome la bienvenida.
Al pasar esas puertas, me llamaron desde la barra o mostrador del hotel, donde me volvieron a preguntar e invitar, señalándome el sitio, al fondo del pasillo y a medio camino había un escritorio con una hermana de la iglesia, la cual me interrogó nuevamente sobre si ya había estado allí y quien me había invitado, además anotó mi nombre y teléfono. Luego al llegar a las puertas del salón, otros dos porteros ujieres, me volvieron a dar la bienvenida. Uno de ellos era una joven de unos 18 a 20 años, de escultural y atractivo cuerpo, con un muy ceñido pantalón y una sensual camisa de hombros desnudos y un grande escote, por lo cual quedé perplejo desde la entrada.
Pero esta perplejidad se convirtió en turbación, cuando ingresé al salón, pues el estruendo del interior se me pareció al de una discoteca, porque la música que sonaba era un estridente rock, tocado por un grupo extravagante de jóvenes con cabellos largos y en el púlpito había una gimnasia rítmica de jóvenes bailando el rock, uniformados con tenis, bluyines y camisetas playeras, los cuales brincaban frenética y acrobáticamente, en una ensayada coreografía, mientras la congregación de la iglesia observaba ese espectáculo.
Aunque había visto estos desmanes “cristianos” en videos, ahora lo presenciaba con pasmo, en vivo y en directo.
Observaba que más de la mitad de la concurrencia eran jóvenes menores de veinticinco años, los cuales parecían disfrutar este frenesí, mientras masticaban chiclets y algunos conversaban o reían furtivamente. Muchos de ellos tenían gorras de béisbol, camisetas de franela y bluyines, como también las jovencitas con ajustados bluyines, parecía que estuvieran listos para irse a la playa al terminar el culto.

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